Diversidad e Inclusión en el Movimiento Antiespecista [1]
Por Poli Sotomayor[2]
Para hablar de diversidad e inclusión en el marco de un foro por los derechos animales y del movimiento antiespecista hay, al menos, dos conversaciones imperdibles:
La primera es sobre el reconocimiento de que somos animales y de que lxs[3] demás animales, sin distinción de especie, son lxs sujetxs de la lucha contra la explotación animal y las diversas formas de discriminación que lxs afectan.
Sin diversidad e inclusión lo que hay es especismo, es decir un sistema opresivo que explota y discrimina animales de acuerdo con distinciones de especie. Es desde la postura contraria a la violencia contra otrxs animales, que el antiespecismo entiende que todxs lxs animales merecen consideración y por ello es necesaria la acción consistente, congruente y enfocada en abolir toda forma de violencia contra ellxs.
Eso significa que antiespecismo no es defender toros y gatitxs mientras se participa en la explotación y discriminación de otras especies animales. Diversidad e inclusión también implican, para la agenda animal, las demás condicionantes y especies que se quieren esconder por incómodas, como todas las variedades de bichos que te asustan o que aprendiste que eran sucias, aunque no lo son, pero también la explotación sexual de perras para que existan animales racializadxs y de servicio, o el asesinato masivo de cochinillas hembras para usar sus cuerpos en los colorantes de las botanas de papas rojas de prácticamente cualquier empresa.
Reflexionar sobre diversidad e inclusión desde la óptica antiespecista es una invitación a cuestionar el consumismo industrializado basado en plantas, pero también nuestra comodidad e ignorancia frente a las prácticas de Nestlé o cualquier otra empresa.
La segunda conversación imperdible, cuando queremos hablar sobre diversidad e inclusión, es aquella que nos permite entender que un enfoque y práctica que no prioriza las condicionantes de su movimiento político está condenado al fracaso. Y en esto me voy a centrar los próximos minutos, para hablar de las dificultades del movimiento político que conformamos nosotrxs y quienes comparten nuestra postura, pero que no están aquí presentes por diversidad de motivos.
Para que entendamos mejor nuestras dificultades, te voy a pedir que participes en la siguiente dinámica de reconocimiento colectivo, levantando tu mano todas las veces que una opción aplique para ti. Si no estás segurx si una respuesta es afirmativa o negativa levanta la mano igual. Aplica los enunciados a contextos generales y específicos por igual.
Levanta la mano si alguna vez te has sentido:
- En desventaja
- Que no te tomaron en cuenta
- Incómodx en un grupo
- Insegurx (físicamente o con miedo a expresarte)
- Fuera de lugar
- Que tuviste que hacer algo que no querías, pero lxs demás hacían con normalidad
- Que no pudiste hacer lo que tú querías porque no era la opción popular
- Que no podías hacer algo que otrxs sí podían hacer
- Que no podías ser tú mismx, porque te ponía en riesgo
- Que tuviste que esforzarte más que otrxs para obtener lo mismo o menos que otrxs
- Burnout o agotamiento severo
Si levantaste la mano, aunque sea una vez, es muy probable que hayas experimentado discriminación. Quizás no lo habías detectado antes debido al colonialismo al que todxs nos encontramos sujetxs, pues el colonialismo no solo es una imposición política y económica de Estados que controlan territorios mediante la subyugación, como pasa en el caso de nuestra región invadida por el norte global, sino que el colonialismo también impone la cultura y sus valores dominantes, como son el capitalismo, el patriarcado, el capacitismo, el clasismo y el autoritarismo, principalmente, por lo que hemos aprendido a sublimar las incomodidades y a callar la vocecita interior que enojada nos dice que algo es injusto.
Si no levantaste la mano probablemente estás gozando de privilegios que a otrxs nos han robado y que atacan directamente nuestros derechos humanos.
Todo lo anterior es problemático porque hemos crecido, y muchxs continuamos viviendo, con discapacidad individual y/o comunitaria para identificar violencias, espacios seguros y/o para crear condiciones dignificantes para nosotrxs mismxs y lxs demás.
No ser capaces de identificar violencias no solo las reproduce desde la complicidad (que puede ser ignorante, ingenua o con dolo) sino que da lugar a conflictos por omitir o desconocer las necesidades propias y ajenas.
Todos los conflictos existen porque una o ambas partes piensan que sus necesidades no están (o podrían no ser) satisfechas y esto les hace sentir (o querer evitar sentir) desventaja.
La sensación de desventaja se desencadena ante la toma de otrxs o la carencia nuestra de privilegios, derechos o libertades.
Si las conversaciones sobre diversidad e inclusión son necesarias es sólo porque ya existen desventajas.
Pero, también porque ha sido una conversación forzada por los enfoques colonialistas y tokenizantes, que históricamente han impuesto desde sus prácticas: racismo, patriarcalidad, capacitismo, racismo y autoritarismo, pero que niegan ser parte del problema.
¿Y qué es el tokenismo? Pues es la inclusión simbólica que consiste en incluir personas de grupos vulnerados en equipos o estructuras primordialmente blancas, masculinas cisheterocéntricas. Es un intento fallido de integración, clásico de las políticas de inclusión de empresas, gobiernos, universidades u organismos multinacionales con estructura de “capítulos”. Las personas tokenizadas suelen usarse para abanderar campañas o temáticas sensibles, pero ni sus propuestas ni contextos son tomados en cuenta para los objetivos totales de la organización. Lxs tokens son percibidxs más como un símbolo representativo que como individuxs con opiniones, agencia política o liderazgo.
Si el interés es por crear espacios seguros y equidad entonces tendremos conversaciones educativas sobre colonialismo y violencias. Pero, cuando se habla específicamente de inclusión y diversidad ¿a quiénes se beneficia realmente? Sobre todo cuando se quiere incluirnos en espacios que nos vulneran y/o discriminan.
Nadie que esté en desventaja quiere ser incluidx en un espacio así. Para quienes ya detectamos haber experimentado violencias y somos capaces de ejercer límites tenemos claro que no queremos un espacio común que incluya violentadorxs o desventajas. Eso significa que la conversación sobre “inclusión” no ha sido nuestra propuesta, ni tampoco juega a nuestro favor.
Para quienes hemos sido discriminadxs no queremos “inclusión”, queremos lugares, comunidades y movimientos seguros, dignos y justos, y esa no es una conversación sobre incluir a todxs por igual, sino una conversación sobre liberación, accesibilidad y dignidad.
Por eso, la pregunta central y ética, cuando hablamos de la nombrada “inclusión”, necesita ser: “Cuando se incluye a todxs, ¿a quién se deja fuera?” Si la respuesta es que por incluir a todxs dejamos afuera a quienes no participaremos en un entorno con riesgos y violentadores, entonces no existe la supuesta inclusión que se deseaba, solo hay protección de una persona o grupo privilegiado y/o del status quo por miedo al cambio.
Si por incluir a todxs se dejan fuera las condiciones necesarias para la seguridad y dignidad de unxs, entonces no hay la justicia y diversidad que se busca en primer lugar.
El problema es que el concepto y la práctica de la inclusión no resuelve la discriminación y los entornos ventajosos, de hecho, los agudiza.
Si la inclusión se lleva a cabo sólo bajo el criterio de querer adquirir una supuesta diversidad, entonces no es cosa más que toknización. La diversidad no debe ser forzada, debemos crear condiciones dignas, solidarias y autocríticas para que la diversidad suceda orgánicamente.
Entonces, en lugar de hablar de inclusión, por favor, por justicia, hablemos de liberación, accesibilidad y dignidad.
Liberación, para ser libres de:
- Autoritarismos y jerarquías, tan comunes por edadismo, fama y las comunes directrices de coordinaciones mayormente a cargo de extranjerxs, hombres y gente blanca.
- Discriminación y prácticas violentas contra la identidad y los contextos de vida.
Vivamos como quiénes abolimos las violencias y no como quienes las toleran.
- Relaciones e interacciones sociales no deseadas, como el acoso o los espacios mixtos que no se alinean a un feminismo interseccional y entonces nos fuerzan a la violencia misógina y sexista.
- Procesos que inducen al estrés postraumático, como el forzamiento a colaboraciones con personas u organizaciones racistas, o a la investigación y acción directa sin acompañamiento y beneficios para la atención de la salud mental, como sucede con vigilias y disrupciones en granjas y mataderos. El número de activistas traumatizadxs y/o que no regresan al activismo, por estas merecidas razones, es altísimo.
Pero también, hablando de liberación, merecemos y necesitamos ser libres para:
- Ser nosotrxs mismxs
- Expresar ideas, dudas, propuestas, soluciones y errores con reparación de daños
- Existir como antiespecistas con valores compartidos contra toda forma de violencia, pues tenemos derecho a la comunidad vegana y derecho a un entorno sano, algo que no existe cuando en el entorno hay violentadorxs a tolerar.
Hablemos de accesibilidad, pues merecemos y necesitamos acceso a:
- La toma de decisiones
- Medios, plataformas y equipos tecnológicos
- Recursos económicos
- Veganismo popular
- La información, capacitación y archivo comunitario
El que sigue es uno de mis favoritos: merecemos y necesitamos
- Lineamientos y protocolos contra las violencias, pues no porque alguien se identifique como activista o veganx significa que no es violentx. Me veo en la necesidad de recordarnos que en México 9 de cada 10 mujeres ha vivido acoso sexual y todos los días son asesinadas 11 mujeres en promedio; la situación no es muy distinta en el resto de la región latinoamericana y apenas este año fue encarcelado Miguel, vegano con el que muchxs asistimos a marchas, protestas y espacios en común, un vegano promedio que resultó ser feminicida serial.
También somos muchísimas las que hemos sido abusadas sexualmente por veganos, de hecho esa lista de agresores no hace más que crecer. Recordemos por favor, con toda emergencia, que si no nos cuidamos nosotras, otrxs no nos están cuidando. Si alguien no quiere firmar lineamientos y protocolos contra la violencia, ahí está nuestro primer filtro para no incluir a alguien y priorizar los espacios seguros.
Sin lineamientos y protocolos no hay cuidado comunitario.
Les comparto que Brigada Animal tiene talleres y pódcasts gratuitos sobre cuidado comunitario entre activistas y también estamos por publicar un episodio específico sobre lineamientos y protocolos. Síganos en redes y en todas las plataformas de pódcast para que tengan acceso a estos contenidos especializados.
- Actividades y espacios dignificantes
Y esto se conecta con la conversación sobre la dignidad que merecemos y necesitamos, por ejemplo, para dignificar la:
- Salud física y mental, ofreciendo y haciendo accesible las consultas médicas, terapias y espacios lúdicos de lxs activistas.
La dignidad también significa
- Dar escucha, solidaridad y ofrecer estrategias para la seguridad de todxs.
- Consideraciones particulares para quienes tienen condicionantes diversas, que no es más que lo mínimo para evitar capacitismos.
- Comunicación no violenta, sin lenguaje pasivo-agresivo, sin violencia gráfica y con libertad y conocimientos compartidos para comunicar lo que observamos, lo que sentimos, lo que necesitamos y lo que pedimos.
- Comunidad amistosa y cariñosa.
Con todo lo reflexionado anteriormente, hagámonos la pregunta de si es que ¿Mis prácticas potencian o ponen en riesgo la liberación, accesibilidad y/o dignidad de otrxs?
Y asumamos que si creo que alguno de estos temas no me corresponde o no puedo influir sobre él, entonces estoy poniendo en riesgo a otrxs. Aprendamos que la liberación, accesibilidad y dignidad no son asuntos individuales, ni responsabilidad de las autoridades, sino que son comunitarios y eso nos incluye a todxs.
Lo anterior no solo es un tema de interés ético, sino de estrategia: no se puede sostener una lucha desde la carencia, el cansancio y la incongruencia.
Todo lo anterior, para el movimiento por la liberación animal, significa:
- Priorizar la organización y los grupos autónomos, no multinacionales que sí reflejan la diversidad porque son nuestra diversidad cultural y comunitaria y no un tema que alguien más dice que quiere respetar sin conocerlo ni ser parte.
También significa que merecemos y necesitamos
- Estar libres de la dominación masculina para promover no solo espacios seguros, sino una representación adecuada. De acuerdo con diferentes encuestas y estudios, entre el 70% y el 84% del movimiento antiespecista somos mujeres, personas no binarias, trans, agénero o queer, entonces, ¿por qué seguimos viendo tantos hombres hablando, siendo tomados por ejemplo y siendo incluidos por igual en foros públicos? Lo adecuado sería que los hombres solo representen entre el 16 y el 30% de la participación, de otro modo sigue existiendo dominación y reproducción de la violencia patriarcal.
Los hombres necesitan soltar los espacios que por derechos son de mujeres y de la comunidad queer. Para mí, eso significa hacer un llamado a abolir la dominación masculina en todos nuestros espacios y una invitación a ver más mujeres ponentes en el EXA para futuras ediciones, pues en esta edición solo somos el 61%.
Me alegra el corazón que en esta edición estamos participando personas queer y aliadxs, aunque sabemos que aún hay muchísima discriminación en el movimiento general, que sigue eligiendo no nombrarnos a pesar de la evidente mayoría no heterosexual en el movimiento antiespecista e incluso en perjuicio de la imposición de estereotipos de género a lxs demás animales, que fuerza binarismos y esconde la explotación sexual forzada de las hembras bajo el especismo.
A quienes ya aprendieron a nombrarnos: ¡gracias! Nosotras y nosotrxs existimos, resistimos y somos el motor más grande del movimiento por la liberación animal.
Para tejer liberación, accesibilidad y dignidad en el movimiento antiespecista también merecemos y necesitamos:
Abolir el capacitismo que vulnera: a las personas con recursos escasos o diferentes, a todas las mamás, a quienes somos neurodivergentes o con capacidades diferentes y a todxs quienes, por contexto, biología o consecuencia de la violencia, enfrentamos discapacidades.
Tengamos claro que entre lxs humanxs no somos iguales y por ello todxs merecemos consideraciones que nos ayuden a extinguir las desventajas. Nadie merece más que otrxs, el valor de todxs es intrínseco, independientemente de nuestras capacidades, eso último aplica igualmente para recordar que todxs lxs animales valen porque sí, no por sus aparentes aportaciones.
También es indispensable hacer énfasis en la necesidad de no ser forzadxs a convivir con gente que ha violentado en el pasado. Tampoco normalicemos más las interacciones no deseadas, sobre todo cuando no ha habido reparación de daños, cómo ha sido con los casos de acoso ejercido por Seres Libres, o de misoginia en Anonymous for the Voiceless y Animal Save Movement, o de racismo en The Pollination Project, por mencionar solo algunos casos.
Hacer prioridad el cuidado de las personas que ya fueron violentadas, validar nuestras experiencias y poner límites en las actitudes e interacciones permitidas es indispensable para tejer liberación, accesibilidad y dignidad para lxs activistas. Insisto: sin lineamientos y protocolos contra las violencias no se puede tejer un movimiento adecuado.
Y todo lo que merecemos y necesitamos puede quedar asentado en estos documentos colectivos, incluyendo la importancia de horizontalizar los procesos y repartir proactivamente tanto actividades como equipos tecnológicos (cuando haga falta), así como capacitaciones y apoyo constante para que las diferencias sean minimizadas activamente, dejando las desventajas en nuestro poder, cuando sea posible.
Necesitamos, con urgencia, otorgar importancia a las condiciones humanas y a los sentimientos, no querer hacerlo por el motivo que sea, incluyendo el ya terrible pensamiento popular de que “lxs no humanxs sufren más”, solo es muestra de inmadurez emocional y/o deseos por sostener privilegios a costa del sufrimiento de otrxs.
Si algo no te parece necesario ni tan terrible como a otrxs es solo porque sostienes uno o varios privilegios. Recuerda: la comodidad de la neutralidad o de no hacer algo, también es un privilegio.
Tras todo lo anterior, quiero compartirles algunas conclusiones enfáticas frente al interés por un movimiento con diversidad y dignidad, que promueva la liberación y accesibilidad para quienes históricamente hemos desarrollado este movimiento y hemos sido vulneradxs:
No volteemos la mirada. Reconozcamos que el actual movimiento por lxs demás animales es discriminatorio, no sólo contra otrxs animales no humanxs, como ya lo mencioné al inicio de esta conversación, sino contra los grupos vulnerables y los derechos humanos.
Luego de 24 años siendo activista y de una década desarrollando y coordinando proyectos y campañas antiespecistas a nivel local, nacional y global, puedo confirmar que entre las prácticas del movimiento antiespecista perduran el racismo, el sexismo, el clasismo y el colonialismo, este último, además, busca controlar la agenda global de lxs activistas (incluyendo la nuestra), al controlar también los recursos económicos, cómo pasa con los condicionamientos impuestos por Effective Altruism, que además conducen a lxs activistas a situaciones de riesgo, estrés postraumático y empobrecimiento grave de la salud mental.
En mi opinión, la mayor parte del movimiento antiespecista adolece por su incapacidad para fortalecer a su propia comunidad y, por el contrario, orillar a la vulnerabilidad, el burnout o agotamiento severo y la discriminación constante.
Desde una óptica popular y comunitaria, hagamos prioridad nuestras condicionantes, nuestra seguridad, nuestros valores y nuestra comunidad de activistas.
Entendamos que sin cuidado comunitario de lxs activistas no hay movimiento antiespecista, sólo acciones aisladas. Sin cuidado comunitario no hay responsabilidad colectiva. Necesitamos responsabilidad comunitaria, no deslindes de responsabilidades.
Entendamos que esconder las violencias del pasado promueve sometimiento, normalización de la violencia y es una dolorosa cancelación de las víctimas.
Hagamos de éste un llamado a la congruencia y a la solidaridad, recordando para nosotrxs mismxs y otrxs que si todxs caben entonces no es un lugar seguro para todxs. Digamos sí a la diversidad, la liberación, la accesibilidad y la dignidad, no a la inclusión generalizada. Pues mientras luchamos por la liberación animal, seguimos luchando por nuestros derechos humanos básicos.
Normalicemos escuchar y sentir a otrxs. Practiquemos más la frase “lamento lo que te pasó, ¿qué puedo hacer para ayudarte?”
Sin un interés social genuino y con constante educación sociológica poco avanzará el movimiento antiespecista, pues al final el origen de la opresión especista es el mismo que de la opresión humana.
No hay una violencia peor que otra. Las necesidades básicas (incluyendo ser vistxs y nombradxs, ser escuchadxs y tomadxs en cuenta, la seguridad y las acomodaciones para aspirar a la dignidad) no son un capricho.
Exigir justicia es un derecho y merecemos justicia y cariño[4].
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Materiales sugeridos:
- Brigada Animal México (2020), Conversatorio “Terapias conversacionales y apoyo comunitario”, México. Disponible en: https://www.facebook.com/share/v/VLnUFsMsoZjC7rbV/
- Brigada Animal México (2022), “Taller de activismo antiespecista y creación de campañas: Cuidado comunitario, creación de lineamientos y protocolos de seguridad”[24], México. Disponible en: https://www.facebook.com/brigadaanimalmexico/videos/1220554205388467/
- Brigada Animal México (2023), Podcast “Salud mental y espacios seguros en el veganismo”, México.
Disponible en audio en:
Disponible en video en:
- Brigada Animal México (s/f), “Glosario”, México. Disponible en: https://brigadaanimal.com/glosario/
- Brigada Animal México (s/f), “Nuestros valores”, México. Disponible en: https://brigadaanimal.com/nuestros-valores/
- Sotomayor, Poli (2019), Artículo “La epistemología de la violencia: el caso del especismo”, México. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/333671195_La_epistemologia_de_la_violencia_el_caso_del_especismo
- Sotomayor, Poli (2021), Artículo “Hablemos de Burnout y fatiga por compasión”, México. Disponible en: https://polifaceticaenlaweb.com/2021/01/11/hablemos-de-burnout-y-fatiga-por-compasion/
- Sotomayor, Poli (2024), Artículo “Los problemas del activismo antiespecista: un análisis latinoamericano contra el colonialismo y a favor de las activistas”, disponible en: https://polifaceticaenlaweb.com/2024/08/09/los-problemas-del-activismo-antiespecista/
[1] Este artículo es el resultado del trabajo de presentación para la mesa “Diversidad e Inclusión en el Movimiento” del Encuentro por los Animales [sic], presentada el 6 de octubre de 2024 en la Ciudad de México.
[2] Artista y activista por la liberación total. Nómada, mexicana, neurodivergente, queer, feminista antiespecista y anarquista. Fundadora de Brigada Animal México, Movimiento Audiovisual de Soluciones en Comunidad (MAS Comunidad) y Polifacética. Socióloga con estudios internacionales en psicología social. Maestría en Comunicación y Política, y estudios doctorales en Ciencias Sociales con acento en Sociedad y Territorio. Desea no ser recordada tanto por lo que ha estudiado como por los proyectos en los que crea contenidos y teje comunidades seguras y éticas para todxs. Ha sido coordinadora global y nacional de campañas por los derechos de lxs animales no humanxs y contra la crisis climática, para diversidad de proyectos con los que ya no participa por diferencias éticas. Encuéntrala en redes (Facebook, Instagram y YouTube) como Polifacética y en www.polifaceticaenlaweb.com para leer más artículos suyos. Escríbele por redes sociales o a escribeme@polifaceticaenlaweb.com. Le dará gusto leerte. 😀
[3] A lo largo de este artículo será usada la “x” en lugar de la “o” para designar los sustantivos, artículos y pronombres como neutros, puesto que normalmente invisibilizan a las mujeres, a las personas no binarias y a las hembras de diversas especies, lo que reproduce sexismo especista, LGBTTTQIAP+fobia y misoginia. Se ha elegido usar la “x” puesto que permite que el/la/le lectorx pueda leerla como guste, sea “o”, “a”, u “e”, lo que no borra la identidad de nadie y nos da a todxs la misma consideración sin la reproducción del sexismo en el lenguaje escrito.
[4] Un análisis más amplio sobre el tema puede encontrarse en mi artículo “Los problemas del activismo antiespecista: un análisis latinoamericano contra el colonialismo y a favor de las activistas”, disponible en: https://polifaceticaenlaweb.com/2024/08/09/los-problemas-del-activismo-antiespecista/